jueves, 6 de noviembre de 2008

La Atlántida I



La Atlántida, parte I: El Mito


Muchas son las especulaciones que se han tejido alrededor de esta misteriosa isla. Estas, han llevado a elaboradas teorías, la mayoría de las cuales tiene poco fundamento real.

La ciencia formal relega a la Atlántida a la categoría de “leyenda”, por el hecho de no encajar dentro de la elaborada (y nunca comprobada) teoría de la evolución de las especies, haciéndonos suponer que en la antigüedad proveníamos del mono y que de forma “espontánea” surgieron las primeras civilizaciones que se conocen, mediante aquello que llamamos historia universal.

No hay lugar para humanidades como Atlántida o Lemuria, en la historia del hombre, o por lo menos, en la que nos han contado.

Actualmente existen científicos que creen firmemente que la Atlántida existió o existe, buscan una isla misteriosa, perdida en algún lugar del Mar Egeo, otros en la isla de Creta, o en Canarias, etc. Basándose en investigaciones arqueológicas y oceanográficas. Pero el principal motivo para considerar la Atlántida como algo más que un mito, son los escritos del gran sabio griego, Maestro de Sabiduría Oculta: Platón (428-347 A.C.) Discípulo de Sócrates, es uno de los pensadores más influyentes de la sabiduría occidental. Platón cuenta la historia en sus diálogos Timeo y Critias; el sabio Solón visitó la ciudad egipcia de Sais, donde un sacerdote le explicó la leyenda de la Atlántida. Solón se lo contó a los dos Critias, y éstos al Divino Platón, quien por su parte, hace uso de su Conciencia Despierta para hacer extraordinarias descripciones de la civilización atlante acerca de: botánica, geografía, zoología, mineralogía, política, religión, costumbres, etc.

La Gnosis afirma que la Atlántida existió como toda una humanidad que vivió en nuestro planeta, miles de años antes de lo que nosotros conocemos por historia. Esto pone en evidencia la incapacidad de la ciencia materialista actual para explicar el Origen del Hombre, ya que se basa en teorías y especulaciones contradictorias que carecen de comprobación.


En 1977, en una entrevista para Radio Universidad (México) el V.M. Samael Aun Weor, contestó las preguntas que a continuación transcribimos:


P.- Maestro: dentro de las enseñanzas gnósticas-científicas, se habla mucho de la Atlántida, ¿Podría ilustrarnos usted al respecto?


R.- Ciertamente, la Atlántida de Platón ha dejado de ser simplemente un mito y se ha convertido en un hecho concreto, real y efectivo. Ha poco, en España, un grupo de científicos se preparaban para la exploración de la Atlántida. Obviamente, ha sido descubierta en el océano que lleva su nombre. Bien saben los expertos en materia marina, que existe una plataforma en el fondo del mar (existente entre Europa y América). Incuestionablemente, tal plataforma es la Atlántida.

En algún tiempo, existió ese continente a flor de mar, como se dice (esto es, a flote), y en él vivieron muchos millones de seres humanos. Se extendía de Sur a Norte, tuvo una poderosa civilización y más tarde se hundió entre las embravecidas olas del Océano.

Indubitablemente, la Atlántida desapareció a consecuencia de otro movimiento que existe en este mundo tierra. Quiero referirme, en forma enfática, al movimiento de revolución de los ejes de la tierra (porque no solamente existe el movimiento de rotación, ni solamente el de traslación o balanceo: hay otro movimiento, conocido por la ciencia astronómica, que es el de revolución de los ejes de la tierra).

Así que, cuando los ejes de la tierra pasaron por esa tremenda revolución periódica, la Atlántida fue sumergida entre las olas del océano. Una verticalización de los polos, fue más que suficiente como para que los mares cambiaran de lecho y la Atlántida fuera sepultada entre el océano.

Pruebas de la existencia de la Atlántida, las hay “a millón”. Por de pronto, hemos de recordar nosotros los jarrones encontrados entre las ruinas de la antigua Troya, descubrimiento que hiciera un arqueólogo alemán: jarrones de mármol, piedra o loza, es decir, utensilios o materiales con la firma del Rey Cronos, de la Atlántida, y ese mismo tipo de jarrones se encontraron en Centro-América, con las mismas monedas y las mismas firmas del Rey Cronos de Atlántida.

Placas conmemorativas del acontecimiento atlante, las hay en Lhasa (el Tibet) y también en Centro-América, donde se recuerda que el “país de las lomas de barro” (Atlántida) fue sumergida en el fondo del océano, en una gran catástrofe, y todos los libros de los pueblos antiguos, los códices del este y del oeste del mundo, recuerdan en sus sagradas escrituras tal acontecimiento. Además, la cuestión racial es (de por sí) bastante más que suficiente como para dar testimonio de la Atlántida. Veamos por ejemplo aquí, en nuestro país (México), a cierto tipo de yucatecas. Trasladémonos, por un momento siquiera, en Toluca: encontraremos el ojo oblicuo, propio de la raza japonesa y de la China Oriental. Esto es más que suficiente como para indicarnos un tronco común, entre el Este y el oeste.

Obviamente, tal tronco es lo único que puede explicar esta similitud de razas. Además, si vamos a la cuestión del lenguaje, refiriéndonos (por ejemplo) a Atlas (en la antigua Grecia, cargando al mundo sobre sus hombros), es raíz de Atlante, o Atlántida. Esto viene a recordarnos, precisamente, al gran continente sumergido.

Así, a medida que vaya pasando el tiempo y las investigaciones continúen, se irán sacando más y más pruebas de la Atlántida. Pero lo más importante es que se empiecen ya a sacar, del fondo del mar, muchas piezas arqueológicas que acaben de quitar la duda de la cabeza de los que aún dudan...


P.- Maestro Samael Aun Weor: se ha dicho que los herederos de la cultura Atlante podrían haber sido los egipcios, o los Mayas, o tal vez los Incas. ¿Qué nos podría usted decir al respecto?


R.- Bueno, herederos de la Atlántida los tenemos tanto en el Este como en el Oeste del mundo. Sin ir tan lejos, recordemos nosotros que en el Egipto, actualmente, hay Pirámides Mayas. Esto, de por sí, es demasiado sorprendente. No debemos olvidar, tampoco, el alfabeto NAGA-MAYA (en el Tibet). El alfabeto Maya, por ejemplo, es similar al NAGA tibetano, y hasta existe una frase en el Evangelio Bíblico que se le atribuye a Jesús, el Gran Kabir. Dicese que en las cumbres de El Calvario, pronunció la frase: "HELI, HELI, LAMAH ZABACTANI". Los judíos se decían a sí mismos: ¿Pero qué quiere decir este? Tal vez está llamando a Elías, o a algunos de los profetas. Vamos a ver si Elías viene a auxiliarle (esto, moviendo la cabeza en señal de mofa).

Los judíos, realmente, no entendieron el significado de esa frase (no era frase hebrea, ni sánscrita, ni tibetana). Cualquier erudito de Guatemala, la sabe traducir instantáneamente (me refiero a los Mayas). Esa frase quiere decir, para cualquier erudito Maya de Yucatán o de Guatemala, "AHORA ME HUNDIRÉ EN LA PREALBA DE TU PRESENCIA"...

Así pues que. Jesús de Nazareth hablaba Maya. Obviamente, el maya viene originalmente de la Atlántida. Antes de que aquél continente tan famoso se sumergiera entre las embravecidas olas del Océano que lleva su nombre, la raza Maya se había ya establecido en el Oriente y en el Occidente del mundo. Ella colonizó el Tibet, y también el Egipto, y testimonios los tenemos en el alfabeto NAGA-MAYA del Tibet y también en las pirámides egipcias.

Así, pues, tanto el Este como el Oeste del mundo heredaron de la Atlántida prodigiosos conocimientos...


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